Review de "El feo, el bueno y el malo"
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| Cartel de "El Bueno, el feo y el malo" (Sergio Leone, 1966). |
Érase una vez el Oeste. El Oeste de verdad en toda su crudeza, donde nadie gana, donde sólo pierdes o no pierdes. Es el Oeste del polvo, de las balas, de un mundo sin ley donde las normas provienen de los grandes y malvados hombres y de cuán certero sea con su arma. Este es el Western de Sergio Leone, quien probablemente más se acercó a la rudeza de cuanto alguna vez fue el lejano Oeste norteamericano. Y curiosamente, Sergio Leone no era estadounidense, sino italiano, y rodó sus películas no en las praderas de Texas o California, sino en Almería. Redacto esta review escuchando la maravillosa banda sonora que Ennio Morricone compuso para esta película. Sus acordes y su melodía identifican probablemente a todo el género Western, y cuando uno piensa en cómo suena una película del Oeste, piensa en los acordes que tan magistralmente compuso Morricone para la mayor obra cinematográfica alumbrada en Europa hasta entonces. Dale al play y acompaña, durante tres horas, al bueno, al feo y al malo en un angustioso viaje en busca de un tesoro perdido. Éste es el Western con mayúsculas.
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| Clint Eastwood, en probablemente su más conocido papel. |
Clint Eastwood (“el bueno”), Eli Wallach (“el feo”) y Lee Van Cleef (“el malo”) dan una auténtica lección de cine Western. La película alcanza tan altas cotas debido en parte a la acción de tres actores que se sienten y actúan todos como protagonistas principales. Son tres cazadores de recompensas que buscan un tesoro que, por azares del destino, ninguno de ellos puede encontrar sin la ayuda de los otros dos. Así que los tres colaboran entre sí, al menos en apariencia, para hallar las miles de monedas de oro escondidas en un cementerio por los ejércitos Confederados que se están viendo en retirada durante la Guerra de Secesión estadounidense.
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| Un trío de protagonistas para la historia. |
Sergio Leone nos hace moder del polvo desde el prinicpio. Nos pone a prueba con un cine que luego imitaría Tarantino en todas sus películas: de ritmo ceremonioso, lento, de un aura casi religiosa. Escucharemos el tintineo de las espuelas, el ulular del viento del desierto, el raspado áspero de un fósforo. Todo ello, como decíamos, acompañado de una de las más maravillosas bandas sonoras jamás compuestas para el cine. Ennio Morricone es un auténtico genio y su música nos hace levitar haciéndonos partícipes de la tremenda importancia que tienen los códigos extra-cinematográficos, habitualmente ninguneados ante la hegemonía de la imagen. La banda sonora de esta película es tan genuina y magistral que hace de los planos con los que se funde una experiencia cinematográfica sin igual.
En definitiva, es un auténtico espectáculo visual y sonoro. Una conjunción magistral entre los clásicos arquetipos del Western y la genialidad, casi surrealista, de Leone. Esta película está en el Olimpo del cine y su visionado es absolutamente obligatorio, aun si no eres aficionado al Western. En todas las listas de las mejores películas de la historia, siempre está "el bueno, el feo y el malo".



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